TIC & sostenibilidad

El sector TIC, en tanto generador de economías externas positivas, ha venido cumpliendo a lo largo de su todavía corta historia con retos adicionales a su propio y extraordinario desarrollo tecnológico. Cabe recordar su papel central en la generación de soluciones para la mejora de la competitividad de los demás sectores económicos y las condiciones de vida de la gente. Además, desde hace bastantes años, el cuidado del medio ambiente ha formado parte de su positivo quehacer.

El Sector TIC es un sector limpio como ponen de manifiesto los siguientes hechos. Por un lado, la reducción sistemática del consumo energético de sus productos. Un buen ejemplo son los teléfonos móviles. Por otro, es el primer sector cuyas empresas obtuvieron certificaciones medioambientales por terceras partes (organismos de certificación). Asimismo, alcanza acuerdos sobre reducción del consumo de energía eléctrica de sus equipos, hace frente a la recogida y el reciclado de sus productos cuando estos llegan al final de su vida, potencia la reutilización de equipos, en el caso de que esta sea posible y reduce el consumo de materias primas modificando el diseño de sus productos.
El sector TIC propicia el cambio de actitud de los consumidores en sus actividades diarias, de manera que se consigue un mayor respeto al medio ambiente vía teletrabajo, control de flotas logísticas, reducción consumo de papel, desarrollo de fuentes de energía alternativas (fotovoltaica), mejora de rendimientos en redes de generación y distribución de energía, mejora de procesos productivos y minimización de recursos para un sinfín de tareas.
Siendo el sector TIC intrínsecamente limpio y eficiente desde el punto de vista medioambiental, además genera eficiencias de todo tipo, entre ellas medioambientales, en otros sectores de actividad económica. El sector TIC se ha adelantado, por tanto, al resto en el ámbito medioambiental, mientras continúa trabajando y desarrollando actuaciones encaminadas a un mayor respeto medio ambiental de sus actividades vía la mejora continua de la eficiencia energética de sus productos, la prevención de generación de residuos y el máximo incremento de la reutilización de sus equipos, disminuyendo el consumo de materias primas en sus procesos productivos y al apoyo tecnológico al resto de las actividades económicas en su camino hacia un mayor respeto al medio ambiente.
Si en el pasado histórico nuestro país venía a incorporarse tardíamente a las principales preocupaciones de las sociedades avanzadas y se integraba también con retraso en las nuevas olas tecnológicas, hoy España puede y por tanto debe posicionarse en la vanguardia europea, mediante la investigación, desarrollo y despliegue de soluciones TIC para que la intensidad energética de la economía se vea reducida a través de la inteligencia tecnológica embebida de componentes, equipos y, servicios TIC en todos los ámbitos económicos; el ejemplo y liderazgo del sector TIC en las reducciones de consumo energético; y la introducción de cambios estructurales en todos los sectores económicos en favor de la eficiencia energética: sustituyendo productos físicos por servicios online (desmaterialización de la economía), moviendo muchas actividades económicas hacia Internet (banca, sector inmobiliario) y adoptando nuevas maneras de trabajar (videoconferencia, teleconferencia...).
Pero, además de todas las consideraciones anteriores, el paso más decisivo para avanzar seriamente en la sostenibilidad medioambiental de España y perfilar nuestro liderazgo tecnológico en éste ámbito debería estar asociado a un Plan Nacional de Ahorro Energético, cuyas razones de ser son tan evidentes que carece de explicación posible que aún no se haya planteado seriamente.
Nuestro país consume excesiva energía –un 17% más que la media UE– por unidad de PIB, ahorra poca –en la cola de la UE junto con Italia en la última década– y es especialmente dependiente de suministros exteriores.
Siguiendo los análisis internacionales más rigurosos y actualizados y extrapolándolos a España, resultan tan importantes como evidentes los potenciales ahorros energéticos que cabría conseguir en: distribución de energía eléctrica, transportes, logística, iluminación, edificios, hogar, etc.
¿A qué esperamos, entonces, para definir un plan de ahorro en cada segmento de consumo innecesario y plantear los objetivos y medios necesarios para llevarlo a cabo?
Teniendo en cuenta que la única posibilidad de llevar a buen puerto dicho Plan vendría de la mano de las TIC y la innovación, la necesidad de ahorrar energía devendría en virtud: generaría I+D, actividad económica, empleo cualificado, exportación y liderazgo tecnológico a nivel mundial, si somos –y podemos serlo– pioneros en esta materia.
Después de todo lo dicho, resulta evidente que la alianza entre las TIC y la sostenibilidad resulta ser la quintaesencia de lo mejor que podría y por tanto debería ocurrirle a España: mientras ahorramos energía, desarrollamos I+D, creamos riqueza y empleo y exportamos tecnología.
Puesto que el coste de oportunidad de llevar a cabo tal Plan no presenta dudas, ¿a qué esperamos –“con la que está cayendo”– para llevarlo a cabo?. El Gobierno tiene la palabra, ya que el sector, es decir Aetic, ya ha hecho su trabajo presentando un muy serio y convincente proyecto al respecto.


Jesús Banegas es presidente de Aetic.
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